La población de dalbulus maidis -la chicharrita del maíz, insecto vector del spiroplasma, entre otros- disminuyó, respecto de fines del verano y del otoño. Así lo indicó Daniel Frascarolo, miembro de Salvemos al Maíz, el comité técnico que se creó para atender la emergencia generada por la proliferación extraordinaria de este insecto y su efecto principal, el achaparramiento del maíz.

“Era de esperar un caída, porque la chicharrita solo se alimenta de maíz, y se multiplica en estas plantas. Además, tuvimos varios días con bajas temperaturas y heladas en gran parte del país, que colaboraron. En regiones más cálidas, como la nuestra, la población de chicharritas permanece durante todo el año; pero también está bajando; lo muestran las trampas y las redes de monitoreo”, dijo.

Y sugirió que la disminución de la cantidad de insectos no se debe solo al frío, sino también a la atención, por parte de todos los eslabones de la cadena maicera, de las recomendaciones difundidas por este equipo. Estas surgieron del conocimiento que existe a nivel mundial sobre el manejo de esta plaga y de las enfermedades que transmite. La principal tiene que ver con el vacío sanitario o la eliminación de puentes verdes, para que no se dé lugar a que plaga y los microorganismos se multipliquen durante el período en el que no existe la gran superficie de siembra de maíz -sobre todo, en el invierno y la primavera-.

“Se está cumpliendo. No podemos cuantificar ni tenemos información oficial de en qué medida, pero sabemos que con el gran esfuerzo de muchas empresas y de productores, la superficie de maíz que se siembra bajo riego para la producción de semillas durante el invierno y parte de la primavera disminuyó significativamente”, dijo Frascarolo. Precisó, igualmente, que deben seguir trabajando. “Hay producciones en las que normalmente se hacen fechas de siembra escalonadas desde este momento y durante todo el verano, y sabemos que es complicado. Pero insistiremos sobre la importancia del vacío sanitario, del control de maíces ‘guachos’ o voluntarios hasta el verano, en pos de que todos los productores podamos tener el mejor maíz posible en el verano”, afirmó.

Luego, detalló la situación con el resto de las recomendaciones:

• Sembrar híbridos: “No existen híbridos que tengan resistencia, pero sí los hay más susceptibles y menos susceptibles o tolerantes. Y muchos productores y empresas están utilizando este tipo de genética para la siembra”.

• Concentrar la fecha de siembra lo más posible durante diciembre y enero. “Muchas empresas están tomando las medidas necesarias”.

• Monitoreo. “Existe una red muy importante en todo el país, que coordina la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc). Es muy valiosa; sirve para que los productores puedan tomar decisiones y para la investigación de la dinámica poblacional de la plaga”.

• Comunicación clara y responsable: “No hay una medida, una acción individual que nos permita producir maíz satisfactoriamente sin perjuicios por esta plaga y estas enfermedades. A nivel mundial no existe un producto mágico que soluciona el problema de la chicharrita. Estas comunicaciones no son apropiadas; confunden. Hay mucha tecnología o herramientas que pueden usarse para el manejo de la plaga; pero nada mágico”.

Consecuencia no deseada

Frascarolo afirmó que la situación generada por la chicharrita repercutirá en el área sembrada con maíz la próxima campaña. “Hasta que no llegue la época principal de siembra del cultivo no podremos saber fehacientemente en cuánto disminuirá la superficie de maíz. Pero va a disminuir. Algunos productores se irán a otros cultivos; otros repetirán o aumentarán la superficie de soja o de poroto en nuestra región”, señaló.

Precisó que no se tratará de una medida agradable para el productor. “Debido al gran valor que tiene el maíz para todo el sistema de producción -clave para esta región-, es importante recalcar que los productores que disminuirán su superficie no lo harán con gusto. La decisión se debe, principalmente, al temor al daño que puede producir esta plaga”, explicó.

Consideró, además, que habrá que aprender a convivir con este insecto. “No podemos hacer futurología, pero la chicharrita y los microorganismos que transmiten estas enfermedades están instalados en gran parte de nuestro país, y en toda la zona norte. No se trata de especies migratorias. Siempre estarán, y siempre estuvieron. No sabemos si se repetirá la explosión del año pasado; pero nos deberemos acostumbrar a convivir con esta problemática, y tomar las medidas necesarias”, dijo.

No obstante, se mostró optimista: “En el futuro, la población fluctuará; pero podremos producir satisfactoriamente, porque vamos aprendiendo, y tendremos más herramientas y conocimiento, y generaremos tecnologías, como lo hizo muchísimas veces el sector agropecuario”.